Como la vida misma

A veces los recuerdos nos hacen saber que quizás vale la pena estar flotando entre tanta mierda a consecuencia de las veces que vivimos con la pulsación agitada, el alma entre palabras y la noción del tiempo marcada a besos.
Parece que la vida está equilibrada, días tristes a los que llegan sonrisas de colores. Océanos de libertad, limitados por rejas. La vida es un sí y un no, pero parece que no somos capaces de apreciar ambas partes, solo nos adentramos a una sin considerar que esto es una cadena, que si vivimos en un sufragio pronto encontraremos tierra firme y si estamos en una isla paradisíaca en breve llegará una gran ola. Todo es inestable, nada es para siempre y todo nunca acaba. Contradictorio resulta afrontar nuestro día, es increíble ver como necesitamos algo que odiamos, pero más increíble es aferrarnos a ello, pensar que solo es eso. Triste, suena a triste cuando decides que tu vida no es tuya, que ya es de otra persona. Confundirse es algo de novatos o más bien de expertos, queremos confundir sentimientos para llegar de manera más directa a ellos, nos hacemos los locos porque nos da miedo vivir en la realidad. Nos comportamos como si no fuéramos nosotros, como si las cosas no nos relacionaran, olvidamos lo que nos hacía bien, personas capaces de cerrar los ojos, pestañear y no darse cuenta del proceso, no darse cuenta de que había respirado el aliento de otras. Que fácil es cerrar una puerta cuando encuentras la ventana, pero también puede resultar que la ventana que encontraste tenga verjas de gran tamaño y te impulse a forzar la cerradura de la puerta, aunque ahí es cuando te das cuenta de que jamás volverá abrir, ahora ya sabes que perdiste.

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